viernes, 30 de enero de 2009

Microrrelatos Vol.II


Los hermanos siameses no sabian que compartian el mismo corazón.
Para cuando lo descubrieron, ya era demasiado tarde.
Ella se lo había destrozado.

jueves, 22 de enero de 2009

Todo el mundo miente


Ya lo dijo el médico cojo que todo lo resuelve: Todo el mundo miente. Fea pero curiosa manera de usar la palabra. Algo tan normal como el pelo en las nalgas. Más grandes o más pequeños, pero todo el mundo los tiene. Existe, cohabita, y evolucionó como ese pez que salió del agua. La única duda razonable en cuanto el embuste reside en una cuestión cuantitativa-cualitativa íntimamente ligada al arreglo cromosómico. XY miente más, XX miente mejor. Como no vamos a mentir, si desde bebes convivimos con la calumnia: “Te vamos a vacunar de la polio, pero no te va a doler”. Si hasta Caperucita Roja era de mentira. Patrañas que el subconsciente absorbe y acumula difuminándose como un camaleón en un entorno neuronal, adaptándose al medio en simbiosis y creciendo como un tumor extramoral que continuamente engendra vástagos: mentiras, mentiretas, mentirijillas; con una familia tan vasta como los Austrias. Mi raza preferida de mentira es el cinismo. Embuste pérfido a la par que elegante. El preferido de políticos y gente de estatus ministerial. La mentira tiene las patas muy cortas. Eso dicen. Aunque si puedo elegir las prefiero como las de las modelos de la revistas. Y que no corran mucho, porque me las comería. Aunque eso fuera incurrir en canibalismo. Pero no importa, porque las patas de modelos al igual que las mentiras se reciclan. Se convierten en partículas minimalistas que se transforman y se defecan, para ingresar de nuevo en un juego de intercambio de trolas. Cada uno participa como quiere. Unos escriben libros, otros engañan a su mujer. Los Zidanes y los Alfaros de la ética. El sibarita del engaño las desliza, haciéndolas pasar desapercibidas como un mal actor secundario en una película bélica. A pesar de todo la actitud de la gente ante la mentira suele ser insana, cuando es algo tan natural como un desnudo, algo ante lo que la gente también tiene una actitud insana. Me gusta la mentira y me gusta mentir. Y además lo hago bien.
De hecho, lo hago tan bien que no se cuando miento y cuando digo la verdad

sábado, 10 de enero de 2009

Una de armaduras y otras frustraciones



Por fin se acabó la Navidad. No es que no me guste, es que la odio. Sobredosis de empalaguismo, de buenas voluntades y de hipócritas intenciones. Y por si no le tenía ya suficiente inquina este año se ha incrementado. Y todo por culpa de los Reyes Magos. Esos tres barbudos beodos. Nunca me traen el regalo que les pido. Un año más les pedí una armadura, y un año más que no me la han traído. Desde que era pequeño, año tras año, les pedía sistemáticamente una armadura de caballero, pero ellos año tras año ignoraban mis deseos. Daba igual si me portaba bien o mal, o si no me portaba. Nunca me dejaron debajo del árbol la armadura. Siempre he deseado ponerme una armadura, ir salvando princesas cautivas y desfacer entuertos a lomos de un jamelgo, levantado una espada de recio acero toledano con la que repartir mandobles mientras suena el Carmina Burana. Pero como no tengo la armadura me tengo que conformar con oír el Carmina Burana cuando me llaman al móvil. Cuando daño a mi madurez hizo la película “Excalibur”. Y menos mal me dio por “Excalibur”, y no por “Gremlins”, porque igual ahora andaba loco por un mogwai. Soy consciente de que no todo lo que reluce es oro, es este caso latón, y se las limitaciones que tiene ir por ahí con una armadura. Para empezar, reduciría mis ya lentos movimientos, y me movería a paso de zombi. Pero de un zombi versión Romero, no de ese tipo 28 días después, que corren que se las pelan. Los de esa película tienen una agilidad bárbara. Una enfermedad que ofrece a la víctima cualidades de atleta olímpico. Tal vez estemos hablando del método de dopaje del futuro. Control anti-mordedura de zombi.En este caso la ficción se asemeja a la realidad, y los zombis al igual que los gallitos de gimnasio son portentos físicos pero estúpidos como un lápiz. Aunque en el caso de los zombis se crea una paradoja. Si comen cerebros y de lo que se come se cría ¿Por qué son tan tontos? Si hasta los dinosaurios de Parque Jurásico tramaban planes y abrían puertas…
Hoy a los zombis ya no se les llama zombis, ahora son infectados. Supongo que se deberá a la corrección política y razones de marketing. Para el pobre zombi no es lo mismo la repulsión de ser “un muerto viviente” que el victimismo que transmite al ser “un infectado”. Ese término facilita la normalización del género. Género en descomposición. Yo entre mis amistades cuento con algún “infectado”. En este caso por el virulento bichito del amor. Los síntomas son claros: ralentización de movimientos, babeo incesante y diabetes. De buenas a primeras la gente se vuelve idiota, le da por coleccionar peluches de ojos grandes y se comportan como niños caprichosos. Desconozco como se transmite la epidemia, si por agua, mar o aire, pero me produce pánico la infección. Huyo como un cautivo, miro por las esquinas antes de doblarlas y me vacuno con el fondo de un vaso, pero el otro día un golpe fortuito en la sien con una camarera me dejó confuso. Desde entonces en la sección de discos del Corte Inglés pruebo los compacs de Luis Miguel, el otro día vi una película de Hugh Grant y me afeito antes de ir al bar. Y en el bar, noto que ya no soy el mismo. Cuando me atiende esa chica, produzco una sudoración excesiva, mi corazón se desboca con un movimiento contráctil al galope, algún tipo de parásito estomacal comienza a moverse y noto que se me ha olvidado hablar. Sospecho que he sido contagiado… ¡Maldición! Eso no hubiera pasado si hubiera tenido mi armadura para protegerme.

sábado, 3 de enero de 2009

Propósitos de año nuevo


- dejar de dejar cosas
- construir un robot
- terminar el cubo de rubick
- ir a un estreno disfrazado
- ganar algo
- aprender a fingir
- ver brillar rayos c en la puerta de tanhausser
- montar mi propia religión
- hacerme una cresta
- trabajar de funambulista
- olvidar mi obsesión por las listas
- ver todas las películas de Godzilla. Del tirón
- entrenar para no tener resaca
- follar menos
- adorar el papel milimetrado
- hacer que no me echen de los karaokes
- tener un sueño en flash

- dejar de escribir post estúpidos, como este